El miedo a mayores distancias
Hace unos días tuve conversaciones con amigos que han corrido (uno ha sido corredor más o menos constante por muchos años) pero que no han corrido largas distancias. Hablamos de gente que corre sin mayor problema 5k o 10k (y muy probablemente con tiempos mucho más bajos que los míos).
Noté un cierto miedo o respeto a lanzarse a correr una maratón. Y me sentí identificado porque, en varios momentos de mi vida como aspirante a corredor he sentido miedo a mayores distancias.
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Photo by Bas Masseus |
Ya conté del sufrimiento de correr mis primeros 5 kilómetros en lo que fueron los 48 minutos más difíciles de mi vida. Sin embargo, al año siguiente corrí la misma distancia (en condiciones casi idénticas, traje de Santa Claus incluído) y un sentimiento de familiaridad con la dicotomía esfuerzo/dolor reemplazó el sufrimiento puro de esos primeros 5k.
El tercer Santa Run fue nuevamente un salto a lo desconocido. En esa ocasión correría 10k. Nuevamente, las condiciones eran casi idénticas, incluída la ruta. La diferencia era que, para los 5k, había que dar dos vueltas al circuito de 5k. En esa segunda vuelta sabía perfectamente lo que faltaba (era la cuarta vez en 3 años que le daba la vuelta a ese parque) y la única variable desconocida eran las sensaciones por el cansancio. Afortunadamente iba mejor preparado y con algo más de experiencia para medir mi esfuerzo y en lugar de sentir alivio de salir con vida (como el día de esos primeros 5k), las endorfinas hicieron su trabajo y realmente estaba satisfecho con el logro.
Mi lección del día fue que podría hacer una carrera formal de la distancia. El miedo había desaparecido: si pude correr 10k con 3 grados vestido con un traje de Santa Claus que solo estorbaba, correr 10k con el clima de finales de Mayo sería relativamente más sencillo.
Ese día también descubrí (erróneamente) que el miedo a la distancia era una barrera mental. Si han seguido mi reporte semanal, verán que correr 10k es algo que hago tranquilamente cada domingo. Mis piernas se acostumbraron y ya no existe esa barrera mental con la distancia.
Sin embargo, el día que corrí el medio maratón (tanto el no-oficial como el oficial) ví que sí era necesario prepararme de forma estructurada. El miedo a mayores distancias regresó y, en buena medida, me impidió dar el salto a intentar correr un maratón completo. Si correr una media maratón implicó mucho esfuerzo durante varios meses de preparación, corriendo distancias cada vez mayores y en pleno invierno, hacer la maratón completa sería aún más complicado.
Pero conforme he ido preparándome caigo en la conclusión que el miedo debe dar paso al respeto pro la distancia. Cada semana, conforme se incrementan las distancias en los fondos, estoy aumentando un poco más mi propia capacidad. Estoy poco a poco construyendo una base para correr la distancia completa. Ahora me cae el veinte que la idea es ir agregando, semana a semana, unos kilómetros más para que, el día de la competencia, el cuerpo y la mente están listos para la distancia de la carrera.
Por eso, hay que respetar la distancia y prepararse. El miedo solo aplica si no hay preparación.
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