Misión cumplida (parte 2)
En esta publicación cubro la segunda parte del maratón. Si no has leído la primera parte, entra aquí.
Mientras llenaba botellas de agua y terminaba de preparar mis suministros, me dí cuenta que no había consumido todo en la primera parte. Todavía tenía un gel y una barra de energía, sin embargo, no sentía me hubieran hecho falta en esos primeros 21 kilómetros. Consideando eso, decidí no llevar la misma cantidad de suminstros que en la primera mitad. Aunque podrían hacerme falta, podría modificar ligeramente la ruta en los últimos 10 kilómetros y pasar por un par de supermercados si hiciera falta.
El camino de regreso fue muy diferente. Mientras encontraba otros corredores, ciclistas o familias caminando a lo largo del camino de ida (sobretodo cerca de la cafetería en la antigua estación de tren), en el regreso había menos gente. Las mesas en la cafetería aún tenían clientes, pero apenas la había dejado atrás solo ví a un grupo de jóvenes. Una chica del grupo, con un acomplexión claramente atlética, al ver mi número me preguntó en qué milla iba y me preguntó cómo me sentía corriendo solo. Al parecer ella había hecho el maratón virtual en los últimos años. No quise entretenerme platicando, así que seguí mi camino.
El resto del Flitch estaba desierto. Cerca de un poblado y a lo lejos llegué a ver a dos o tres personas, pero ya no me crucé con nadie más. Fueron casi 10 kilómetros completamente solo.
Aquí es importante contar dos detalles muy importantes. El comité organizador pide que los corredores del evento virtual usen la aplicación oficial del maratón para medir la distancia recorrida. Es posible usar aplicaciones reconocidas, como Strava, pero eso implica un proceso de validación adicional y más tiempo para que los resultados queden registrados (y más tiempo antes envíen la playera y medalla). Yo opté por usar la aplicación.
Durante todo el camino, la aplicación reproducía la voz de los presentadores y comentaristas del maratón (incluyendo a Paula Radcliffe). Cada milla, se escuchaban gritos del público y un comentarista compartía un dato de trivia del maratón, daba un consejo para los corredores (cuidar el paso al inicio del maratón, hidratarse poco a poco pero de forma constante, etc) o incluso contaba un dato de trivia de los puntos de interés donde el maratón cruzaba en ese momento. En algún momento el comentarista explicó que las grabaciones de algunos puntos improtantes fueron hechas en el punto de interés que correspondía (por ejemplo, los gritos en la milla 19 fueron grabados en Canary Wharf, justo donde se encuentra la milla 19 del Maratón).
Estas voces y el grito del público hicieron este tramo más llevadero pero el calor y el cansancio acumulado empezaban a pasar factura. Curiosamente me iba preocupando que no me fuera a pegar el hambre en el kilómetro 26 como el año pasado y, para prevenirlo, me despaché los 3 pepperamis. Un error. De repente, sentía el estómago un poco pesado. Por evitar un problema, sobrecompensé y me forcé a bajar el ritmo por haber comido muy rápido.
El río Chelmer a su paso por el Flitch Way |
Luego, llegando a la zona industrial donde me reintegré al Flitch Way en la ida quise pasarme de listo y usar un puente antiguo para cruzar un camino y mantenerme un poco más en la vereda. Pero ésta desaparecía entre los matorrales un poco más adelante. Fueron más de 500 metros entre la maleza que no me llevaron a nada.
Después de regresar por el mismo puente, terminé saliendo a la calle que pasa junto a la zona industrial. Esta vez no quería seguir adivinando mi camino para regresar al Flitch Way y pasar otra vez por las zonas enlodadas. Así que mejor me metí al pueblo y corrí por las calles. Conozco muy bien el área que está al otro lado del pubelo y podría allá reintegrarme fácilmente al Flitch Way. Solo faltaban 6 kilómetros.
Y fue a esas alturas que descubrí ya no tenía agua. No quedaba otra mas que aguantarse o entrar en el supermercado que estaba más adelante a comprar algo. Sin embargo, mi esposa e hijos regresaban ya del parque y, usando la localización de mi teléfono, decidieron pasar por donde iba corriendo. Así que pararon y pude pedirles una botella de agua que traían en el carro.
En esos últimos kilómetros hice una evaluación de cómo iba avanzando. Era claro ya no tenía piernas para correr y sostener un paso decente. Mis muslos me dolían y ya sentía bastante hinchados los pies y tobillos. Así que me fui haciendo jeffing en esos últimos kilómetros. Al final había medido bien las distancias y la meta estaría justo en la zona donde había comenzado.
Mi intención era correr hasta que la aplicación del Maratón me marcara había completado la distancia pero mi esposa e hijos querían sostener el listón de meta. Eso me obligaba a ponerme de acuerdo donde me esperarían y yo, de alguna forma, ir acumulando metros para que la aplicación registrara había completado la distancia antes que llegara con ellos. Afortunadamente no fue necesario y justo 20 metros antes de donde me esperaban escuché una gran ovación en mis audífonos, seguido de mensajes de felicitación de la aplicación.
Sí. Completé mi segundo maratón. Aunque el tiempo fue mayor al del año pasado, ahora tenía un mejor marco de referencia y puedo decir aprendí mucho más esta vez. Pero el análisis y las lecciones las dejo para la siguiente publicación.
El correo del comité organizador |
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