La deshonestidad de una medalla
Tristemente, una medalla puede tener un lado muy oscuro. Así como la medalla es la recompensa a terminar la carrera, hay quienes las ven como alimento del ego. El problema es cuando importa más la medalla (o algún otro premio) que el logro de completar la maratón.
Hay dos tipos de tramposos:
- Quienes buscan alimentar su ego presumiendo haber hecho una maratón.
- Quienes buscan una recompensa ulterior (generalmente lograr una marca para un maratón de élite, como Boston).
Los primeros son muchas veces los casos más burdos. Quieren obtener una medalla para presumir completar una carrera o para poder alardear "su logro" en redes sociales.
Sin embargo, los segundos sí afectan a la integridad del deporte y donde justos pagan por pecadores. Pensemos en un maratón como Boston, donde es necesario demostrar haber completado una maratón debajo de un tiempo específico (ajustado por edad) para poder solicitar un número de corredor. Y muchas veces ese tiempo no basta: si el número de solicitudes que cumplen con el tiempo excede el número de lugares, se va a ofrecer el número de corredor a quienes tengan los mejores tiempos.
Aquí viene la injusticia más grande: el corredor tramposo va a terminar recibiendo un número de corredor a costa de un corredor que, aunque aparenta en el papel ser ligeramente más lento, sí terminó la carrera y sin trampas. Peor aún, cuando se acumulan muchas trampas (o muy mala organización) en una carrera, su prestigio internacional va a irse perdiendo. Eso lleva a que la carrera no tenga la misma homologación y termine siendo un evento que no es reconocido para calificar a un maratón de élite.
Las trampas más comunes y rudimentarias son saltarse algunos puntos de la carrera y encontrar atajos. Generalmente es fácil detectar a estos tramposos al final del evento: su chip no queda registrado en todos los puntos intermedios de la carrera y los tiempos parciales entre el último puesto de control y la meta son inverosímiles. Analizando los tiempos parciales, es común encontrar tramposos que "desaparecen" a media carrera con un ritmo de 7.5 min/km pero misteriosamente avanzan los siguientes 15 km a 4.5 min/km (saltándose 3 puntos de control) y reaparecen solo para completar los últimos 10 kms (nuevamente a 7.5 km/min).
Luego está la trampa del corredor sustituto. Esta se da cuando alguien, generalmente buscando dar una marca clasificatoria, le pasa su número (y chip) a un corredor mucho más rápido para que termine la carrera en su lugar. Esta trampa la detectan cuando, analizando las fotografías en los puntos de control, no se ve al dueño del número aunque sí queda registrado su chip. A veces la trampa es muy descarada, por ejemplo, el sistema detecta a cinco corredores cruzando la meta, pero la foto oficial muestra a un hombre cruzando la meta portando el número asignado a ¡una mujer! (obviamente, el corredor anda cargando varios chips de otros corredores).
Finalmente, hay gente que corre el maratón sin tener registro. Estos casos son un poco más ambiguos porque no siembre hay un ánimo de trampa. Sé de varios escenarios:
- Un corredor que fallece días antes de la prueba y, a modo de homenaje, un hijo o un amigo decide correr la maratón portando el número de quien falleció.
- Un corredor que, por una lesión, no está en condiciones de correr el maratón completo. Sin embargo, su proceso de duelo personal (sí, es posible pasar por las etapas de duelo cuando una lesión te impide correr) le lleva a correr los últimos 15 kms.
- Un corredor que, préparandose para otro evento, quiere sentir las sensaciones de correr en un pelotón y se cuela a una línea de salida para correr los primeros 15 kms de la carrera.
No tengo problema con estos corredores.
Sin embargo, hay quien corre el maratón sin tener número de registro, solo para llevarse la medalla del recuerdo y "presumir" completó la maratón (aunque mcuhas veces, ni siquiera completó la prueba). A estos corredores también los considero tramposos porque, a final de cuentas, se están colgando de una infraestructura y logística de un evento, para el cual no han pagado un centavo, y de paso se quedan con una medalla que ni les debería pertenecer.
Desenmascarando a los tramposos
Y así como hay quienes hacen trampa, hay historias donde se pone en evidencia a los tramposos. El caso más sonado que yo recuerde fue en 2007. Un ex-candidato presidencial mexicano fue descalificado de la Maratón de Berlín después que un periodista notó que era muy sospechoso que este político le hubiera bajado más de 1 hora a su marca personal en su tercer maratón en menos de 12 meses. Además, su tiempo era de élite: muy por debajo de las 3 horas. La sospecha se confirmó cuando se descubrió no había registro de su chip de corredor cruzando puntos de control.
Años más tarde descubrí que hay páginas web que, mediante en análisis de datos, se dedican a investigar trampas en Maratones. De hecho, esta página hizo una investigación a fondo del maratón de Ciudad de México en 2018 y encontró muchas anomalías (las gráficas en el artículo son claras). Por ejemplo, alrededor de 28,400 corredores pasaron por los sensores en los kilómetros 5, 10 y 15. Sin embargo, el número de corredores cruzando los sensores del kilómetro 21 ala meta fue subiendo constantemente. De hecho, ¡se registraron 5 mil corredores más en la meta que en la salida!
Tristemente el problema solo ha empeorado. En 2023, el Maratón de la CDMX tuvo aproximadamente 30 mil participantes. Apenas unos días después de la carrera, se habló de 11 mil corredores (más de la tercera parte) en riesgo de descalificación por diversas trampas.
El problema, parece, radica en que no hay responsabilidad individual o no hay señalamientos personales. Por eso han surgido otras páginas donde se dedican a poner en evidencia, con nombre y apellido, a diversos tramposos. Uno de los ejemplos más comunes es la página de Facebook de Los Cazatramposos. Si has corrido un maratón pero hay evidencias que no lo terminaste y estás presumiendo una medalla, es muy probable te pongan en evidencia en esa página.
Las consecuencias
La primer víctima de la trampa es el tramposo. A final de cuenta, se está engañando respecto a un logro (falso). Pero cuando la motivación es el ego, pesa más el poder presumir un logro (falso) que el engaño mismo.
También son víctimas los corredores honestos. A final de cuentas, el corredor que hace trampa puede estar quitáandole un lugar en una prueba de élite al corredor que sí completó la prueba. No sólo eso, cuando hay trampas tan flagrantes y extensas como en el Maratón de CDMX en 2023, el mismo evento puede perder sus homologaciones internacionales. Es decir, la prueba dejaría de servir como evento de calificación a otros maratones como el de Boston.
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