26 millas y 385 yardas en la pista
Hoy en día sabemos que la distancia de un maratón es 42 kilómetros y 195 metros. Pero leyendo un poco de historia se puede descubrir que no siempre fue así.
La leyenda cuenta que, cuando los griegos estaban por ganar la Batalla de Maratón, Fidípides observó que un barco persa cambió de rumbo y se dirigió a Atenas. Creyendo que los persas buscarían fingir victoria y tratar de entrar a Atenas "victoriosos" (o a cometer actos de pillaje), Fidípides salió corriendo rumbo a Atenas, tirando su armamento para correr lo más rápido posible. Llegando a la Asamblea ateniense, exclamó "ganamos" y cayó muerto.
Curiosamente, la distancia de Maratón al centro de Atenas es aproximadamente 40 kilómetros. Pero no es seguro que Fidípides haya corrido 40 kilómetros. Heródoto (la fuente más importante respecto a las guerras con los Persas) narró que un mensajero llamado Filípides (nótese el nombre es casi idéntico) corrió, de ida y vuelta, entre Atenas y Esparta (unos 500 kilómetros en total) a pedir ayuda cuando se acercaban los persas. Curiosamente, la obra de Heródoto no habla de ningún mensajero que saliera de Maratón a Atenas.
De cualquier forma, ahí está la leyenda: alguien corrió una distancia muy larga. Si fue para ir a Sparta, es una distancia brutal que requiere varios días para recorrerse. Si fue solo para ir de Maratón a Atenas, no olvidemos que como mensajero y guerrero, seguramente había hecho muchas cosas durante el día y correr a Atenas solo fue el colofón de un día muy ajetreado.
Cuando se empezaron a correr maratones poco antes de los Juegos Olímpicos de Atenas 1896, la convención dictaba que la carrera era de 40 kilómetros. De hecho, los Juegos Olímpicos de 1900 y 1904 más o menos mantuvieron esa distancia. Fue en los Olímpicos de Londres 1908 cuando los organizadores terminaron definiendo, de pura casualidad, la distancia en 42,195 metros.
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Photo by Dmitrii Eremin |
Originalmente, los organizadores querían que la carrera saliera del Castillo de Windsor y acabara en el Estadio de White City. La idea era que los corredores entraran al estadio por el mismo acceso para la Familia Real, dieran una vuelta completa a la pista y acabaran justo frente al Palco Real. La distancia sería "26 millas y una vuelta al estadio". Sin embargo, conforme fue acercándose la fecha, los organizadores empezaron a notar dificultades logísticas.
Primero, era el riesgo que los espectadores complicaran la salida de los atletas en Windsor. Por ello, se permiso pidió al Rey para que el Maratón empezara dentro de los jardines privados de Windsor. Luego se dieron cuenta que no era posible usar la entrada para la Familia Real porque habría escalones para ayudarles a bajar de los carruajes. Por ello se decidió usar otra entrada. Sin embargo, esa nueva entrada haría que los corredores llegaran a la meta apenas entraran al estado. Así que se cambió el sentido de circulación en el estadio para que los espectadores vieran a los corredores. Así los atletas correrían aproximadamente 3/4 de vuelta al estadio y terminarían justo frente al Palco Real.
¿El resultado?
26 millas de Windsor al estadio, más 385 yardas en la pista. Es decir, 42,195 metros.
Pero la distancia no quedó fija en ese momento. Hubo otros maratones olímpicos y la distancia en los Juegos Olímpicos fue variando entre 40.2 km y 42.75 km en los Juegos Olímpicos de Estocolmo 1912 y Amberes 1920. Incluso el Maratón de Boston había consistentemente mantenido un recorrido de 39.4 km desde su primera edición en 1897. Fue hasta 1921 que la Federación Internacional de Atletismo Amateur decidió adoptar la distancia de los Olímpicos de Londres 1908 como la distancia oficial de un Maratón a partir de los Juegos Olímpicos de Paris 1924. El Maratón de Boston fue el primero fuera de competencias olímpicas en adoptar la misma distancia y el resto, como dicen, es historia.
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