Una reflexión por Guerrero

Si me lees en México, quiero leas estas líneas.
Hace más de 20 años era voluntario en la Cruz Roja Mexicana y estuve muy metido en el tema de prevención y manejo de desastres.  En ese tiempo ví lo que ocurrió en Honduras con el huracán Mitch (uno de mis mentores estuvo trabajando allá más de medio año).  Los desastres más severos que me tocaron fueron las inundaciones de Chiapas en 1998, las inundaciones en Veracruz en 1999 y las explosiones de Celaya en 1999.  

Sin embargo, tuvimos oportunidad de estudiar otros desastres.  La idea era ver cómo cosas, que no son aparentes a simple vista, tienen un impacto de segundo o tercer orden en una comunidad.  Doy tres ejemplos:

  1. Con inundaciones, deslaves o desastres que involucren agua (o contaminación de agua), si no hay una atención sanitaria pronta, los riesgos de enfermedades infecciosas o estomacales como el cólera se incrementan exponencialmente. Si se empiezan a dar esos casos, va a ser mucho más complicado atender la tragedia porque habrá dos emergencias simultáneas (enfermedades y el desastre en sí).
  2. Si un desastre le pega a las fuentes de empleo (como los daños a hoteles y restaurantes en Acapulco), la gente va a verse forzada a emigrar por falta de empleo.  Entre más tiempo tarde en recuperarse ese motor económico, los daños de largo plazo serán más profundos (Nueva Orleáns necesitó años para recuperarse del impacto de Katrina en 2005).
  3. Cuando hay inundaciones por lluvias torrenciales, es común que el agua lleve residuos que van a taponear las vías de desagüe. Eso significa que es posible el drenaje haya quedado con tapones.  Eso es muy complicado de limpiar y arreglar.

Eso me lleva a pensar en Guerrero.  La tragedia es enorme. Los daños son incalculables.  Cualquier político o persona que quiera minimizarlos, miente. Así de fácil.

Sin embargo, las víctimas son mexicanos como tú (muy posiblemente) y yo.  Hay que darnos la mano.  Si estás en México, intenta donar a la Cruz Roja Mexicana.  Me consta que tienen uno de los mejores protocolos de atención a desastres.  Si vas a donar, te invito a que lo prioritices de esta forma:
  • Dinero - Muchas veces es más eficiente y efectivo comprar los insumos de ayuda cerca del lugar de desastre (cuesta más mandar un tráiler de ayuda desde Monterrey que hacerlo desde Chilpancingo).  
  • Tiempo - Los centros de acopio necesitan gente que les ayude. Ahora (que es la fase inicial de emergencia) y en unas semanas (Cuando mucha gente se habrá olvidado del desastre).  Muchas veces la logística requiere preparar la ayuda (armar despensas, separar ropa por talla y género, etc.) antes de enviarla a la zona de desastre. Esas son labores que consumen mucho tiempo y siempre se requieren manos que ayuden.
  • Ayuda en especie - Esta ayuda es la más fácil de dar (y precisamente la que más abunda). Antes de comprar algo, verifica qué está recolectando tu centro de acopio más cercano.  A veces entes como la Cruz Roja divide las labores de modo que unas delegaciones se enfocan en víveres y otras en ropa.  
Finalmente, si vas a donar ropa, asegúrate que esté limpia y en buen estado. Además, verifica sea ropa adecuada para la zona de desastre (en mis tiempos, llegué a ver gente que donó vestidos de novia, chamarras de esquí y hasta trajes de seda... ¡para las víctimas de las inundaciones de Veracruz de 1999!)

Hoy es tiempo de jalar parejo por los que menos tienen. No seamos mezquinos alegando que unos se lo merecen por votar por un partido o por otro.  El mexicano debe estar por encima de esas rencillas. El mexicano es generoso y ayuda a su hermano. 

Hoy toca apoyar a nuestros hermanos de Guerrero.  Seamos generosos. 

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